20060315

UN HOMENAJE A MI MADRE


Como este es un blog de educación me permito rendir un pequeño pero sentido homenaje a una educadora que ha partido recién el miércoles 11 de junio pasado, a los 87 años de edad y de una vida dedicada a educar a niños y niñas rurales.
Sus inicios como maestra fueron en un pueblo llamado Chépica, en la zona rural de Colchagua, Chile.
La docencia la inicia, primero como catequista en la Iglesia del pueblo, enseñando a los niños un camino de rectitud y de valores, luego asume como maestra en la Escuela Parroquial, pero sin abandonar nunca su vocación de transmitir las enseñanzas religiosas y la preparación para la vida a quienes más lo necesitaban.

Luego dedicó una vida a la Escuela Rural Trapiche Nº 12,
como Directora, en la localidad de Sagrada Familia, de Curicó al sur.
Formó generaciones de niños, construyó una escuela que llegó a tener básica completa, se enorgulleció siempre de sus egresados que, contaba con mucha alegría, "cómo estaban
trabajando y habían formado familias de bien", incluso varios de ellos llegaron a ser Profesionales Universitarios.
Se ha marchado rodeada del cariño de tantas y tantas personas que la querían, pues sin duda ha dejado un legado importante en todas las generaciones de niños y niñas que educó durante toda su vida, y sin duda también en sus hijos, que fueron sus primeros alumnos.
Ella es la señora Olga María Valenzuela Zuñiga, mi madre. (Q.E.P.D.) (en la foto)
Agradezco de corazón a todos a quienes me han dado su apoyo en estos momentos difíciles.




Sus hijos... Fernando, Alicia, Héctor, Ana María y Loreto
















ARTICULO QUE APARECIÓ EN EL DIARIO LOCAL DE LA CIUDAD "EL DESPERTAR DE LONTUE" EN JULIO DE 2008



IN MEMORIAM

Olga María Valenzuela Zuñiga

Se me ha encomendado una tarea difícil, escribir en pocas líneas para contar a los lectores de este Periódico quién fue la señora Olga. Lo primero que debo decir es que fue una profesora que ha partido recién el miércoles 11 de junio pasado, a los 87 años de edad y que tuvo una vida dedicada a educar a niños y niñas, especialmente del mundo rural.

Sus inicios fueron en un pueblo llamado Chépica, en la zona rural de Colchagua, Chile. La docencia la practica, primero como catequista en la Iglesia del pueblo, enseñando a los niños un camino de rectitud y de valores. Fue una entusiasta colaboradora del señor cura párroco de la época, don Alberto Barros, se esforzó en aprender a tocar el órgano de la Iglesia para acompañar todas las ceremonias importantes. Además de catequista participó activamente en la organización, por años, de las famosas “Colonias a las Vegas del Flaco” donde llevaban cada verano a tanta gente humilde a veranear que de otra forma no habrían podido hacerlo. En esa misma época es enviada por el sacerdote a la Universidad Católica de Santiago a prepararse para asumir como maestra en la Escuela Parroquial de Chépica. Inicia entonces una carrera de pedagoga que no abandona hasta 45 años después, cuando la salud no le permitía ejercer adecuadamente. (En la foto, con su nieto Fernando)

Y a propósito de retiro, son muchos los ex alumnos y ex alumnas que recuerdan con cariño la magnífica despedida que le brindara la comunidad cuando dejó la docencia y se acogió a retiro, lo que significó también abandonar la localidad donde se desarrolló toda una vida, el Trapiche, para radicarse en La Isla de Lontué.

En su época de maestra en Chépica, se casa con don Arturo Leiva Leiva con el cual tiene sus cinco hijos, Fernando, Alicia del Carmen, Héctor, Ana María y Loreto. Luego desarrolló una vida como Directora de la Escuela Particular Trapiche Nº 12, en el Fundo de Trapiche Alto. Formó generaciones de niños, construyó una escuela que llegó a tener básica completa. Siempre fueron para ella un orgullo sus egresados que, contaba con mucha alegría, cómo estaban trabajando y habían formado familias de bien, incluso varios de ellos llegaron a ser Profesionales Universitarios.

(En la foto con su nuera Leonor y su hija Ana María)

En su Escuela se organizaron cada año una serie de actividades en las que integraba a las familias de los niños, pues consideraba que la verdadera educación era necesariamente una responsabilidad entre el hogar y la escuela. Memorable fueron las obras de teatro en que participaba toda la comunidad, las fiestas especiales de aquellos tiempos, como la Fiestas de la Primavera, con las comparsas incluidas. Fue una auténtica animadora social y estaba siempre atenta y dispuesta a mediar en los conflictos que emergían en su comunidad.

Junto al desarrollo de su vocación de profesora también como madre supo inculcar en sus hijos los valores que ella misma defendió y practicó. Estaba orgullosa de sus hijos, nietos y bis nietos, siempre hablaba con mucho entusiasmo de ellos a sus amigos. Y también fue muy amiga de sus amigos que nunca dejaron de visitarla, en especial en los dos últimos años en que su salud se fue paulatinamente deteriorando. Cuánto se acordaba y contaba tantos detalles de todas sus amistades, tanto antiguas como más recientes. Su sentido del humor fue muy grato, las veladas en su casa y rodeada de amigos eran frecuentes.

Se ha marchado sintiendo el enorme cariño de tantas y tantas personas que la estimaban tanto, pues sin duda ha dejado un legado importante en todas las generaciones de niños y niñas que educó durante toda su vida. El día de su funeral se reunió una importante cantidad de personas que en forma muy sentida la despidieron. Sus hijos quieren agradecer a través del “Despertar de Lontué” todas las muestras de aprecio y cariño que recibieron durante aquellos días de tanto dolor en que despedían a su madre. Para terminar esta pequeña reseña, comparto con ustedes la despedida final que su hijo mayor realizara en la Capilla de la Isla, finalizando la Misa Fúnebre:

“Mis hermanos me han encargado que despida a nuestra madre, en nombre de todos.

Cómo expresar con palabras todo lo que nuestra madre significó para nosotros.

Los recuerdos se agolpan en mi mente y cada uno de nosotros atesora en sus corazones todos aquellos gratos momentos compartidos con ella.

Todos los aquí presentes, que nos han querido acompañar en esta despedida, conocieron de las bondades de nuestra madre, conocieron de su gran corazón, especialmente quienes más lo necesitaron; conocieron también su gran fe en Dios y en su poder infinito de perdonar las debilidades humanas; conocieron muy bien del compromiso de toda su vida con la educación, del cual dos de sus hijos hemos heredado y de tantos exalumnos que hoy la vinieron a despedir; su familia y amistades mas cercanas supieron de su gran cariño y dedicación que tenía por sus hijos, nietos y bisnietos, que siempre estuvieron tan presentes en sus oraciones y en su corazón.

Hoy en el día de su partida terrenal nos esta dejando a cada uno de nosotros un recuerdo imborrable de entrega generosa y apasionada a las nobles causas que abrazó durante su vida: fue una hija y una hermana preocupada siempre por el bienestar de su familia; fue una madre que sacó adelante a sus cinco hijos con gran esfuerzo y dedicación; fue una maestra plenamente dedicada por tantos y tantos años a educar a generaciones de niños y niñas que pasaron por sus aulas; fue una persona de mucha fe que entendió a Dios como un ser cercano a cada uno de nosotros y más que castigador es acogedor con quienes lo necesitan. En fin, creo que nuestra madre fue una persona realizada que cumplió muchos ideales que se propuso en su vida y que tanto amor tuvo por los demás que fue también muy correspondida.

Gracias mamá por haber sido como fue, con nosotros sus hijos, con sus nietos, con sus hermanas, con sus amigos y amigas y también con sus alumnos y alumnas. Gracias por el legado y las enseñanzas que nos ha dejado, que es parte de su forma de continuar entre nosotros. Gracias por enseñarnos a creer en las personas, por enseñarnos a creer que todavía es posible el amor, la amistad y la entrega generosa a quién más lo necesita. Gracias por la lección de amor reflejada en la educación a los niños, en especial a los niños y niñas del mundo rural a los que dedicó toda su vida, y hacia los cuales yo he volcado mi quehacer profesional. (En la foto, con sus nietos Leonor y Fernando)

Quiero agradecer muy sinceramente y de todo corazón, a quienes han estado con nosotros en esta despedida tan dolorosa, pero que, al estar tan acompañados por todos ustedes hemos sentido que el dolor se nos hace más llevadero.

Gracias y hasta siempre mamá.” Su hijo mayor, Fernando Leiva Valenzuela